Crónicas autónomas de la suburbanidad
Por Arnoldo Vidal
Fue en Zacatecas donde vi la noticia en la primera plana de todos los periódicos, locales y nacionales: “Jóvenes punks destrozan MacDonals en protesta contra la Ley 187”. Pude reconocer en la foto a vari@s compañer@s y me dieron ganas de correr hacia la ciudad de México, pero estaba muy al norte del país y sin dinero como para llegar rápido.
Unos días antes había perdido el camión que nos llevaría a la segunda reunión de la Convención Nacional Democrática, así que me embarque a viajar de nuevo de aventón pero hacia el norte, al Encuentro de Colectividades en Monterrey, donde presentamos el proyecto de la JAR y nos peleamos con viejos punks culturalistas como el “Iti” del Colectivo Caótico que planteaban que marchar y protestar no servían de nada, viejos punks nihilistas que repetían canciones de grupos yonkis como eskorbuto. De ahí me seguí hacia Saltillo y Zacatecas sólo por el placer de viajar. Tarde todavía una semana en llegar vía Guadalajara, Guanajuato, Querétaro y encontrar el caos.
El gobierno y su policía había estado vigilando a tod@s aquell@s que se movilizaban contra su régimen en ese año crucial de 1994, el de la aparición del EZLN, el asesinato del candidato Colosio y del priista Ruiz Masseau, el año de la “entrada” del país al primer mundo, según los líderes neoliberales. La efervescencia rebelde se notaba por todos lados y el gobierno estaba nervioso. El 2 de octubre jóvenes incendiaron la puerta del palacio nacional, sede de la presidencia. Les costaría la cárcel por varios años, entre ellos a un chico del Fanzine Motín.
Los colectivos Brigada Subversiva, la JAR y gente del CCRFP se reunieron en el Museo del Chopo para convocar a una protesta contra la Propuesta 187 de los Estados Unidos donde se aprobaba la represión contra migrantes. La movilización se llevaría a cabo el 8 de noviembre en la Zona Rosa, lugar de tiendas de “prestigio” de cadenas gringas con el fin de sabotear a estas.
La reunión se tensó porque Víctor, que había radicalizado su postura hacia la acción violenta y tenía tras de sí a un grupo de jóvenes recién involucrados, propuso atacar las tiendas, sin embargo ni la BS ni la JAR estuvieron de acuerdo, esto porque en ese momento decenas de chavos se acercaban a la JAR sin ninguna experiencia política y por tanto no sabrían que hacer en caso de represión. De por sí nosotr@s no sabíamos.
Las marchas de l@s punks, que tenían apenas un año de ser notadas en las movilizaciones multitudinarias aún causaban dudas para las demás organizaciones y cuando se rompían vidrios durante estas se nos calificaba de porros y provocadores. Con la BS solíamos hacerlo en la noche y con acciones preparadas para el escape… más o menos.
Sin embargo Víctor rompió los acuerdos y su grupo destrozó un MacDonals durante la protesta. La gente huyó desordenadamente y la acción apareció en la primera plana de todos los periódicos del país. Cuando regresé de mi rol por el norte, tod@s l@s involucrad@s estaban escondid@s. Las televisoras repetían el nombre de la JAR y difundian un retrato a lápiz que se asemejaba a la cara de nuestro compañero el Cabe. Era obvio que la policía había arrestado a compañer@s y estaba en su cacería de punks buscando a los “líderes”. Nos buscaba en nuestras casas, en mi caso a la okupa del CPI donde patrullas de policía judicial llegaban hasta la cooperativa, donde trabajaba y vivía, preguntando por el Cabe o por mi.
Me vi con los pocos que no se escondían, entre ellos al Tobi y a Kiko del CAL. Necesitábamos algo para calmar las aguas. La policía llegó a la Biblioteca Social Reconstruir buscándonos y se encontró con el viejo Mestre que les dijo que los anarquistas eran pacíficos, y sólo mantuvieron la vigilancia al espacio. Busqué entonces a Mariana, amiga de la universidad y que últimamente nos habíamos encontrado en los encuentros zapatistas. Ella militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) de filiación troskista y que se encontraban divididos, unos afiliados a un partido de izquierda electorera que impulsaba a Cárdenas a la presidencia, y otros afiliandose al zapatismo. En este último grupo trabajaba Mariana. Tenían un edificio en avenida Xola, sede del partido. Me sugirió que hiciéramos una conferencia de prensa y así lo propuse a Tobi, Kiko y Cabe, que fueron los únicos que se comunicaron en esa paranoia a la represión.
Nunca habíamos hecho una reunión con medios de comunicación, así que los del PRT nos prestaron su auditorio y su listado de medios.
Tobi y yo tomamos la palabra, él declaró que éramos anarquistas y yo que un grupo infiltrado había hecho los destrozos. Ambas cosas eran mentiras hasta cierto punto: no todos comulgabamos con el anarquismo, no completamente y no había sido un grupo infiltrado, sino un grupo que no acató lo acordado actuando de manera vanguardista, es decir, para hacer sus propios planes sin consultar a l@s demás.
Estás acciones y declaraciones causaron la primera ruptura dentro del movimiento punk que reflejarán las diferentes posiciones que los movimientos libertarios han tenido, y que en los días siguientes produjeron la separación de la JAR. En ella quedó la postura Autónoma que fue la que jaló a la gran mayoría de jóvenes, o por lo menos a l@s que quedaron, pues con la acción represiva much@s decidieron alejarse. Sin embargo, aún había un mar de ell@s buscando autonomía y una nueva generación se incorporaba.
Víctor y su grupo, mas Tobi y los Cal, es decir la posición más anarquista, fundaron la Unión Punk Libertaria (UPL) de cierta forma como contraparte de la JAR en la movida punk. La UPL planteó su propuesta anarcopunk que con el tiempo dio pie a proyectos como la Caravana Carlos Gugliani y la okupa Che en la década siguiente. La BS desapareció poco después al salir su último número como fanzine y sus integrantes diluirse entre los dos grupos (JAR y UPL) o buscar sus vidas universitarias.
La conferencia de prensa había dado resultado y la persecución había aparentemente parado, los escondidos empezaron a aparecer por el Chopo. Sin embargo, para la JAR fue un golpe que no se pudo recuperar y la represión siempre estuvo detrás de ella mermando los esfuerzos de organización autónoma juvenil que venían creciendo.