*Arnoldo Vidal

Crónicas Autónomas en la Suburbanidad

Aun no teníamos idea clara de lo que hacíamos con el Brigada Subversiva (BS) porque en medio del maremoto que era la movida punk, de jóvenes marginales de toda la ciudad, los colectivos eran una muy pequeña parte de este. Los antiguos colectivos estaban en decadencia, así como los personajes ya afamados de dichos órganos. Los veía como darkis, aislados, tristes, sin energía. Como si hubieran fracasado y todas sus historias estuvieran enterradas. Pero solo era ese cambio de generación necesaria en toda contracultura. Teníamos nuevas experiencias mundiales que nos nutrían a cada momento. Ver la portada del periódico ingles Class War, con ese encapuchado punk amenazante y leer sobre las batallas en Alemania entre Autónomos y policía, nos imprimía algo en los puños.

En México había una depresión total en las organizaciones. La derrota de Cuauhtémoc Cárdenas en el 88, y la conformación de un frente izquierdista alrededor de él, dejaron fuera a los radicales o lo dejaron de ser para unirse a lo que se llamó PRD, de flagrante mal recuerdo, ahora. Las guerrillas desaparecieron casi en su totalidad, el movimiento urbano popular sucumbiría ante los guiños de negociación con el gobierno, salvo los Francisco Villa. El gobierno asestó un golpe tremendo al sindicato de Ruta 100, la organización más fuerte y radical hasta ese momento, deshaciendo la compañía de transporte público y congelando las cuentas del sindicato más el arresto de sus líderes. Los universitarios habían sido vendidos a un congreso por sus líderes de una huelga que ya se veía lejana, solo el paro en la UNAM en 1991 recordaría que el conflicto aún latía.

Había algo que faltaba y se olía en la izquierda un avejentamiento de viejas fórmulas autoritarias que ya no servían, nunca sirvieron.

Y ahí estaba ese mar de jóvenes marginales, sus pandillas, muchas de ellas ya cooptadas por el corporativismo priista; y la “escena punk”, ese movimiento incontrolable y sin expresión, salvo esos fanzines fotocopiados relatando su música. Los “colectivos” (palabra heredada de los grupos culturales políticos de los años 70 en México) éramos una muy pequeña parte de esa escena y nos solían denostar como “intelectuales punks”, lo cual tenía algo de verdad, intelectuales críticos y prácticos:

 

" Me llamas intelectual punk

porque no somos como tú

No frecuentamos tus ambientes

Nos quieres ofender por esto..."

           (Harina de Huesos Humanos)

 

A nuestra propuesta de unir fanzines finalmente el Gonzo y su zine Solo muertos…, decidió no ensamblarlo y siguió su propio camino. El Tobi también recibió invitación pero también la rechazó

Las cinco personas que conformamos la nueva época del BS nos empezamos a reunir aparte del colectivo Cambio Radial (CCRFP) por lo que fuimos tachados de vanguardistas por la misma banda. Solíamos ir a lugares comunes como la Biblioteca Social Reconstruir de Ricardo Maestre, las reuniones de anarquistas de antaño como Omar Cortes y Chantal López del grupo editorial Antorcha, del exiliado español Fidel Miró, el Yerbas de Querétaro y otr@s que se la pasaban recriminándose y peleándose en sus asambleas y algunos denostándonos por ser punks. Me preguntaba para mis adentros, cómo un pequeño grupo de gente mayor se peleaba tanto sin llegar a nada?

Finalmente decidimos hacer nuestras propias acciones. Empezamos a dejar nuestros clásicos panfletos sobre liberación animal y veganismo y decidimos ir hacia la lucha obrera.

Madrugada en la zona de Vallejo un primero de mayo, jóvenes punks pegan carteles en las paredes de la zona industrial. Apenas llevábamos pegadas algunos de los muchos carteles que cargábamos. Una patrulla nos detecta. Nuestro imaginario histórico es de represión con tortura incluida hacia todo lo que represente lucha obrera. Miguel y el Trenzas son sorprendidos con cartel y engrudo en mano. Los demás corremos. Gonzo y yo nos metemos debajo de los carros. Una hora de suspenso hasta que volvemos al punto de reunión en la Colonia Prohogar. La policía se río de nuestro miedo, soltó a los dos prisioneros pero se quedó con los carteles. Vaya suerte! Pensamos.

 

El BS sorprendió a una escena punk aletargada, y aun así los mil ejemplares se acabaron. Vino el siguiente número que corrió con la misma suerte. Pero también empezaron a vislumbrarse los diferentes puntos de vista. Había visiones pacifistas del anarquismo en uno, mientras que otro profesaba más la acción directa violenta. Unos ensalzaban la tradición anarquista mientras otros planteábamos que era anticuada y algo faltaba. Debatir sobre marxismo era terminar enfrentados definitivamente al no permitir ni un planteamiento de esta perspectiva dentro del colectivo. Aun yo no tenía definida mi postura, aún descubría nuevas situaciones en la lucha y preferí poner todo a debate y eso me llevó a cortar con la BS con el tiempo, un nuevo tiempo que nos exigió más.

 

25 de diciembre de 1992, nueva reunión de la BS esta vez en casa de Víctor, en algún lugar del Estado de México. Una reunión que definió posiciones y futuros para cada uno de los brigadistas. Reunión rutinaria en un día festivo que no significaba nada para ateos irredentos. Reunión para armar el próximo número de nuestro periódico. Un visitante extra: un militante queer gringo alojado en casa de Víctor que nos contaba acciones de destrucción de McDonald’s en Estados Unidos. De repente una idea salió: cerca había un centro comercial con un flamante McDonald a la entrada. Por supuesto Víctor animó la salida. El Trenzas tenía que irse a no sé qué cosas del amor, pero lo retrasamos impidiéndole irse, hasta que enojado lo logró. Miguel decidió quedarse en casa del anfitrión y Patas, Víctor, Queer y yo nos lanzamos a la experiencia.

Quizá las 12 o una de la mañana y el centro comercial estaba solo y apagado. Me quedé de vigía en un puente peatonal enfrente del McDonald’s. Víctor, Queer y Patas atacaron con espray rojo la totalidad de cristales de la hamburguesería con consignas contra el capitalismo y el asesinato animal. De pronto luces rojas y azules a lo lejos avisaban la presencia de esbirros de la ley. Chifle, grité pero aquellos estaban entretenidos en la ardua tarea artística. Corrí pero la patrulla estaba ya muy cercana. Queer los logró ver y a un grito se aventó hacia las jardineras. Los demás lo hicieron también. La patrulla pasó lentamente sin percatarse de los vidrios pintados, realmente estaba muy oscuro y posiblemente irían haciendo su propia celebración.

Después de minutos me levanté del piso del puente y pude observar que los tres brigadistas abajo susurraban. Se cuestionaban ante semejante obra maestra de consignas por todos lados, qué vidrio tendrían que romper?

Por supuesto uno cayó en estruendo para toda la colonia, mientras cuatro sombras corrían hacia el barrio pobre que rodeaba el centro comercial.

Al día siguiente muy temprano, trabajadores cambiaban y limpiaban los vidrios de ese funesto inmueble. nosotros pasábamos junto a ellos con un sabor a victoria en los labios y puños. El primer objetivo había caído. Algo que hasta ese momento en México no había ocurrido. Las cosas estaban cambiando y el aire de autonomía empezaba a respirarse.

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