La nostalgia envuelta en Rock Radical Vasco

Tratado de Hortografía – Patxi Irurzun

Resonancia Editorial (2021)

“La música y la literatura siempre han sido mis armas para enfrentarme a los monstruos”

Cuando La Polla Records grabo la canción “Ellos dicen mierda nosotros amén” ponían un cierre a ese movimiento conocido como Rock Radical Vasco. Era muy clara, en ese momento los muertos comenzaban a superarnos pero debíamos seguir resistiendo, al menos por la inercia de hacerlo, por la curiosidad de ver que nos esperaba al final de la derrota sin final.

Al leer Tratado de Hortografía me llega esa sensación de estar escuchando “Ellos dicen mierda” y, es que Patxi, un sobreviviente del Rock Radical Vasco, a manera de diario nos platica la historia de un escritor/Bibliotecario, ex miembro de una celebré banda que perteneció a este movimiento y que intenta vivir más allá de la nostalgia de su juventud pero, sin olvidar que ésta forma parte de los que siguen en el camino.

Con la narrativa que Patxi nos tiene acostumbrados, en cada página nos va regalando personajes entrañables con los que en ciertos momentos nos sentimos identificados -al menos me paso a mí-, desde el propio protagonista y su relación con sus hijos, con su trabajo, con sus amigos, con su mujer que lo ha acompañado desde la adolescencia, con el entorno que lo rodea. O puedes sentir empatía con el amigo loco, extraño que se sigue tomando la vida muy en serio y que aún piensa que el mundo puede ser un mejor lugar para todos y no sólo para los ricos y poderosos.

En cada página de este diario autoficcionado vamos conociendo a un personaje que no sólo intenta sobrevivir, sino que intenta hacer las paces con su presente para así lograr que el pasado, su pasado no duela tanto.

Platiqué hace unos días con Patxi sobre Tratado de Hortografía, sobre el Rock Radical Vasco, sobre las botas y su importancia. Fue para mí un gran placer hacerlo. Espero que se repita pronto, pero que sea en un bar de Donostia, con pinxtos y cantidades obscenas de sidra.

  • Hola Patxi. Primero que nada muchas gracias por concederme esta entrevista, un gusto enorme para mi poder tener esta platica contigo a la distancia. Sería mucho mejor en algún bar vasco, con algunos pinxtos de por medio y mucha sidra para acompañarla, pero vamos que es un gusto, platicar contigo.

Desde luego que sí, sería mejor en un bar, con sidra y pintxos, pero podemos consolarnos pensando que tampoco podríamos ahora mismo (los bares están cerrados, al menos los interiores, y fuera hace un frío que pela). Y un placer igualmente para mí, te agradezco mucho la entrevista

  • Platícanos como se dio la oportunidad de publicar la novela en México.

Fue algo casual, yo tenía mucho interés en que el libro llegara a los seguidores del Rock Radikal en México, sabía que grupos como La Polla, Eskorbuto, Kortatu, tenían muchos fans por allí, y buscando por internet editoriales que publicaran libros sobre Rock y Literatura di con Resonancia, además se dio la circunstancia de que el editor, Pedro Escobar, leyó el libro coincidiendo con el ingreso de su padre en el hospital, creo que le llegó bastante todo el tema de la pérdida de seres queridos que se aborda en el libro. Estoy muy agradecido a Pedro, entre otras cosas por esa lectura que hace sobre la novela, concibiéndola como una novela que trata de muchas más cosas además de la música. Espero que vaya bien por allí, más por él y la apuesta arriesgada que ha hecho, que por mí mismo. Ojalá que como aquí haya varias ediciones.

  • Eres un sobreviviente de las décadas de los ochenta, cosa nada fácil, con todo lo que paso en esas décadas en el País Vasco y me parece que parte de esto lo reflejas en tu novela Tratado de Hortografía, entonces para comenzar un poco provocador. Los Chikos del Maíz en una canción tienen una frase que dice: “La movida madrileña un asco / cortina de humo que anula el Rock Radical Vasco” ¿Qué piensas de esto? ¿Dónde radicaba la diferencia entre estos dos movimientos?

La etiqueta de Rock Radikal Vasco, que hoy nos resulta muy práctica para aglutinar a todos aquellos grupos vascos adscritos al punk, el rock, etc. pero con la que en aquella época ninguno de esos grupos quería identificarse, fue de hecho una respuesta a la movida madrileña, se creó con intenciones comerciales para reivindicarse frente a esta que acaparaba toda la atención de los medios, entre otras cosas porque resultaba mucho más dócil e inofensiva. Mientras los grupos de la movida estaban compuestos por niños-bien, de clases pudientes, el rock radikal surge en los barrios y pueblos del País Vasco como una expresión de furia, de reacción a la situación que tenían que vivir los jóvenes en un ambiente de violencia, altos índices de paro, la irrupción arrasadora de la heroína…, y en consecuencia los mensajes que expresaban uno y otro movimiento eran completamente diferentes, mientras la movida hablaba de fiestas y resacas, el rock radikal vasco cantaba “mucha policía poca diversión”, algo mucho menos radiable.

  • ¿Por qué escribir una novela sobre el Rock Radical Vasco o usarlo como pretexto para hablar de esa época en voz de alguien que lo vivió?

La eclosión del Rock Radikal Vasco coincidió con mi adolescencia, con lo cual yo viví ambas con la intensidad propia de esa época de la vida. Siempre había querido escribir sobre todo eso, aunque no había dado con la clave para hacerlo, tenía interiorizado que, puesto que no había demasiada ficción sobre el tema, yo debía de hacer la gran novela sobre el Rock Radikal Vasco, lo cual era mucho abarcar y me bloqueaba un poco, además tampoco soy músico, con lo cual me sentía un poco mermado para hablar de algunos temas (aunque músicos que sí vivieron esa época me dijeron que eso daba lo mismo, que ellos tampoco se acordaban de nada); al final me di cuenta de que en realidad lo que debía hacer era contar una historia sencilla, casi doméstica, pequeña, en la que el Rock Radikal Vasco es solo una excusa o un decorado de fondo para hablar de muchos otros temas, como los conflictos intergeneracionales, la precariedad, el duelo, la vida en la periferia,  o un balance vital entre los que esperábamos cuando éramos jóvenes y lo que hemos conseguido.

  • Esta parte de los Tampones cantando “Estamos contra las reglas” en televisión española, ¿es un homenaje a las Vulpes cantando “Me gusta ser una zorra? ¿Crees que este fue un momento clave de todo un movimiento contestatario que comenzaba a gestarse en esos años?

Evidentemente el referente real de ese episodio son Las Vulpes y lo que pasó con ellas. Las Vulpes eran un grupo de chicas muy jóvenes que aparecieron cantando una canción como aquella en un programa de horario infantil, con lo cual se montó un escándalo terrible. Aunque es curioso, en realidad pasaron dos semanas antes de que hubiera alguna reacción, que vino desde un periódico conservador y de una manera interesada, para arremeter contra el director de la televisión pública, afín al gobierno socialista. Es decir, a Las Vulpes se las usó como peones dentro de un ajedrez político, fueron sometidas a muchas presión, cuando todavía eran casi unas niñas, lo cual repercutió en su carrera, nunca llegaron a grabar un disco, mientras estuvieron en activo, y el grupo no tuvo un recorrido. A mí me interesaba por una parte, para mi novela, la historia de un grupo con un auge y una caída muy rápidos; y por otra parte es también un pequeño homenaje a ellas, que fueron muy valientes, dentro de un mundo, como era el de la música (y por supuesto, la propia sociedad) tan machista. Por lo demás, no creo que el episodio de Las Vulpes fuera determinante en la gestación del Rock Radikal Vasco, era algo que ya estaba en marcha, imparable, y que iba a estallar de un modo u otro.

  • Tratado de Hortografía es un libro que yo leo desde la nostalgia, desde el reconocer que nos estamos haciendo viejos, desde los fracasos que han sido nuestra estigma como generación (tengo 47 años) pues venimos cargando con el fracaso político, el social y el económico, casi desde que nacimos ¿Por qué escribir un libro como este?

La nostalgia es inevitable cuando echas la vista atrás, cuando desde la mediana edad recuerdas tu juventud, pero yo he intentado no recrearme en ella (aparte de que, como digo en el libro, en realidad no la echo de menos, o de que la recuerdo como una época triste); por ejemplo hay algo de patético por parte del protagonista en ese intento de recuperar la rebeldía de esos años a través de un grupo de guerrilla ortográfica, cuando en su juventud él escribía todo con k, etc. Pero sí es cierto que en el libro está ese balance vital del que he hablado antes: qué esperábamos cuando éramos jóvenes, en qué nos hemos convertido, en qué han quedado nuestros sueños, etc. El resultado quizás no sea muy esperanzador, hay esa sensación de fracaso pero también está eso de lo que habla Bukowski, en un poema que cito, y es esa pequeña victoria de haber conservado dentro una pequeña chispa y la convicción de que esta pueda servir todavía para iniciar un incendio. Yo personalmente creo que le debo mucho al punk, a aquello en lo que creíamos cuando éramos jóvenes, pienso que es algo que ha repercutido en mis decisiones, mi modo de ver el mundo y enfrentarme a él, pero sobre todo en mi vida privada, en mi relación con las personas que quiero, mi familia, mis amigos, con las que estableces relaciones de respeto, igualdad, tolerancia. Igual no he cambiado el mundo, pero intento contribuir a que mi pequeño mundo sea mejor.

  • Como bien dices en la novela un tema que está presente es la precariedad en la que nos encontramos muchos. Me gusta cómo está la presentas desde las botas. Esa parte me gustó mucho. Para los punks, las botas eras parte fundamental de su protesta. Recuerdo un copilado que llego a México con bandas del Rock Radical Vasco llamado “Condenados a Luchar” ¿Siguen siendo las botas parte importante de tu forma de mantenerte en la lucha?

Recuerdo ese disco, hay alguna anécdota relacionada con él, por ejemplo a MCD les aceleraron las canciones y no se quedaron nada contentos… Lo de las botas sí, en el libro yo digo que podría reconstruir mi vida si colocaran ante mí todos los pares que he tenido, aunque curiosamente nunca he tenido ese tipo de botas, tipo militar o Dr. Martens. Me gusta mucho una frase de una canción de Barricada que dice “Mis botas conocen cómo huele el suelo”, creo que esa especie de fetichismo por las botas tiene que ver con eso, es lo que te mantiene pegado a la tierra, a la calle, lo que te hace caminar. Eso sí, hoy por hoy lo que le pido a unas botas es que me mantengan calientes los pies.

  • Hay una frase con la que me identifico mucho del libro, bueno son muchas en realidad, pero si algo resume muy bien mi vida es “la música y la literatura siempre han sido mis armas para enfrentarme a los monstruos” La siento como parte de muchos de los que hemos leído la novela. ¿Qué significo para ti?

Sí, para mí, que además soy una persona introvertida, la literatura y la música me han servido siempre como mecanismo de compensación, para expresarme, para establecer relaciones sociales, para rebelarme frente a lo que me parece mal… Creo que fue Albert Camus quien dijo que seguramente la literatura no podía cambiar el mundo, pero que había que escribir como si sí fuera capaz de hacerlo.

  • Al leer tu semblanza, me saltan dos libros, tal vez porque al fin del día soy activista desde hace décadas, son el de Atrapados en el paraíso y De igual a igual. 8historias del comedor solidario, ¿Consideras que la literatura juega un papel dentro de la lucha social, de ser así ¿Cuál sería?

Siempre he tenido esa preocupación social en lo que he escrito, que en esos dos libros es clara (uno habla sobre la vida en un gran basurero como el de Payatas, en Manila, y la otra sobre un comedor social). Me remito un poco a la anterior cita de Camus. Al menos, la literatura con ese componente social puede servir para visibilizar ciertas realidades, para concienciar, lo cual ya es empezar a cambiarlas un poco.

  • Regresando a Tratado de Hortografía, a pesar de la amargura y el pesimismo del protagonista, me parece que sigue apostando por la amistad como tabla de salvación, siento que esa es la razón por la que decide reunir a los Tampones de vuelta.

El libro es también un libro sobre la amistad, sobre esas amistades de la juventud, o la infancia, de las que a menudo, por circunstancias vitales, nos alejamos, pero que siempre permanecen, a las que es muy sencillo volver, regresar, con solo un pequeño gesto, porque en el fondo es regresar sobre nosotros mismos. En el caso de Los tampones, lo que sucedió con ellos, ese episodio de la tele es algo que marcó sus vidas y unos vínculos muy estrechos entre ellos, con lo cual es fácil que vuelvan a reunirse, efectivamente.

  • Este pesimismo parece venir de todo lo que fue este movimiento llamado Rock Radical Vasco, en lo que se convirtió y las cicatrices que dejo en el camino. Esta parte de recordar a los caídos, siento que es fundamental para comprender al personaje, incluida la muerte de Maider.

Por cierto, hay mucha gente que me da el pésame, porque el libro tiene también mucho de auto ficción, hay muchos aspectos del personaje que tienen que ver conmigo (es bibliotecario, escritor, etc.), pero otros no, yo no soy músico, por ejemplo, ni viudo. Sí, la heroína, el SIDA, etc. se llevó por delante a mucha gente, casi una generación, dentro del Rock Radikal Vasco fueron muchos los que cayeron, componentes de Eskorbuto, Cicatriz, RIP… No lo había pensado, la muerte de Maider tenía que ver más con un mecanismo que acentuara la soledad, la deriva del protagonista, pero ahora que lo dices creo que también puede verse desde ese prisma, un homenaje a los caídos del rock y el punk.

  • ¿Qué tan importante consideras la música para tu narrativa?

Siempre ha estado presente en mis libros, ya fuera como guiños, en determinados personajes, o como la banda sonora de fondo. Yo siempre digo que me hice escritor porque no tenía las aptitudes para ser músico, y de hecho escribir me ha permitido conocer y establecer amistad con muchos músicos… La música forma parte, tiene gran peso dentro de lo que es mi educación y mis referentes culturales, con lo cual que esté presente en mis libros me parece algo natural.

  • ¿La ortografía es el ultimo reducto de resistencia que nos queda en estos tiempos de redes sociales/internet y la inmediatez en la que vivimos?

Espero que no, que haya formas de rebelarse y resistir más efectivas. Sí es cierto que hoy ir contracorriente es escribir correctamente. Y hay algo que dice el protagonista que me parece importante, y es que en su época escribían adrede mal las cosas, pero porque sabían cómo se escribían bien. La cultura, el conocimiento, sí son realmente revolucionarios, un reducto de resistencia.

  • Tengo una hija de 18 años, por lo cual me sentí un poquitín identificado con el protagonista en algunas cosas relacionadas con la hija e hijo, especialmente en el tema de la música. El desfase se da a la hora de recomendar, le gustan los Ramones, que los ha escuchado toda la vida, pero prefiere escucharlos con los amigos que en casa. ¿Cómo armaste este relación tan complicada?

Uno de los temas yo diría que casi centrales del libro son los conflictos intergeneracionales, el enfrentamiento entre el protagonista (lo llamo así todo el rato porque no le he puesto nombre) y sus hijos adolescentes. En el libro hay un viaje desde la adolescencia de ese protagonista, en la que odiaba el mundo y a sus padres a la adolescencia de sus hijos, en la que sus hijos le odian a él y el mundo que representa. Pero a la vez hay un punto de encuentro en la música, en esa música que han escuchado juntos en casa, y en la música misma como medio de expresión, también para mostrar sus desavenencias.

  • Me gusta el personaje de Maider, porque es justo como ese hilo del protagonista con su pasado, su presente y su futuro. ¿Como fue que lo pensaste?

Tenía clara la idea de que el protagonista debía ser alguien enfrentándose solo y herido al mundo, tal vez por eso maté a Maider. En ello no hay el reflejo de un duelo propio, una experiencia personal, pero es curioso porque personas que sí han vivido ese duelo me han dicho que se sintieron muy reflejados, por ejemplo Loles, de Las Vulpes, quien con esa parte del libro o la relación con los hijos adolescentes se ha sentido más identificada que con la anécdota de Los Tampones inspirada en su grupo.

  • Opino lo mismo. Cuando lo lees se siente muy real. La muerte de Maider, como la relación con los hijos. Me da mucha alegría leer que hay una segunda parte. Me quede con ganas de saber justamente eso, como evoluciona la relación entre el protagonista y sus hijos. ¿Lo leeremos en esta segunda parte?

Sí, la historia se retoma dos años después y hay un acercamiento entre el protagonista y sus hijos gracias de nuevo a la música, pues graba una versión trap de “Estamos contra las reglas”, desprendiéndose de algunos prejuicios. Además, participa en un programa concurso de la tele, al que se presenta con camisetas de Eskorbuto, Lendakaris Muertos, etc. Y más peripecias, en un tono parecido. Mi intención es escribir un ciclo de tres o cuatro libros con estos personajes

  • Siento que el escribirlo como forma de diario te permitía meter muchas cosas autobiografías que en otro formato ¿Es así?

El formato de diario fue determinante para que la novela arrancara. El diario tiene muchas ventajas, que yo ya había percibido con otro libro anterior que escribí, titulado Dios nunca reza, y que era un diario real, y con el que noté que los lectores establecían una relación especial, bastante íntima, con el que se sentían muy identificados. Por eso, entre otros motivos, lo elegí para contar esta historia. Los diarios te permiten por una parte alternar momentos serios y divertidos (creo que el libro tiene ese tono tragicómico, que me interesa mucho), o echar la vista al pasado y volver al presente; tienen también ese punto adictivo, o “voyeur”, para el lector. Los diarios son una especie de cajón de sastre, en el que, es verdad, también entraban todas esas referencias autobiográficas, me ha resultado muy cómodo y práctico para armar y alimentar a ese alter ego.

  • En este sentido, me parece que incluso como diario te da la libertad de hacer una crítica al medio editorial.

Sí, me alegra además que me lo preguntes, porque quizás es algo que ha pasado más desapercibido, pero sí, es cierto, hay una especie de reivindicación de mí mismo, o de pataleta, a veces me siento, después de treinta años escribiendo,  un poco como aquellos grupos de rock radikal vasco a los que nadie hacia caso, que no ponían en las radios comerciales, mi relación con el mundo editorial español es parecida, yo siento que mi música debía haber sonado más, y que debía de haber sonado mucho menos la de otros, pero bueno, tampoco es algo que me preocupe ya, ni siquiera me digo ya que el tiempo pondrá a cada cual en su sitio, porque a menudo desgraciadamente no es así, yo simplemente sigo mi camino, y mi camino igual es ese, no sonar en las radios comerciales.

  • En el revival del cual hasta los Tampones caen, como cayó la Polla Records y su regreso, el Drogas que se mantiene activo, al igual que Fermín Muguruza, ¿Cómo ves la música actual? ¿Qué piensas del punk en estos momentos?

Los tres que citas ahí siguen, activos y en plena forma, en plenitud, algunos de ellos, con más libertad e independencia creativa que nunca, es algo que han conquistado precisamente tras muchos años siguiendo su camino, o por seguir su camino. Por lo demás, el Rock Radikal Vasco, si bien en algún momento pudo convertirse en algo hegemónico dentro de ciertos ambientes, o que cerrara el paso a otras expresiones culturales, creo que ha mantenido como un ejemplo a seguir su actitud, su espíritu. En el barrio en el que yo vivo, por ejemplo, aparecen cada dos por tres pintadas de Eskorbuto, y no me imagino a un señor de cincuenta años haciéndolas. Y están surgiendo nuevos grupos que si bien musicalmente no tienen mucho que ver, recogen cierto legado, cierta tradición, aunque sea para desafiarla y darle la vuelta, rebelarse ante ella, grupos de rap, música urbana, como Chill Mafia (que, por cierto, se citan en la segunda parte de Tratado de Hortografía, que he acabado recientemente y se publicará en breve).

  • La novela tiene un final feliz, dentro del pesimismo, el protagonista tiene un momento feliz, donde dejas abierta la posibilidad de que sea efímero, desde esta nostalgia de nuestra juventud ¿Podemos ser felices?

Sí, el final es reconciliador, con sus hijos, consigo mismo, incluso con los runners, en realidad ciertas dosis de pesimismo, de desencanto, de mala hostia, si se hacen con ánimo constructivo, contribuyen a la felicidad, ese es su objetivo. Yo creo que en realidad la mayoría de nosotros somos, en la intimidad, o a ratos, felices, a pesar de que nos puteen constantemente, esa es nuestra pequeña victoria

  • Gracias Patxi de nuevo por tu tiempo, por tu narrativa, por escribir esta historia de toda una generación que crecimos con música e ideas que nos decían que los fracasos con los que vamos cargando (social, político y económico) son parte de nosotrxs y no se han ido, que son parte de todos nuestros días aunque los ocultemos en el dolor que significa llegar a viejo. Por mantenerte con las mismas botas después de 30 años.

¡Gracias a ti!

Quienes estén interesados en conseguir el libro pueden contactar a la editorial en su pagina de internet: https://resonanciaeditorial.com.mx/

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