Angélica Camacho

Cada día transcurrido desde el pasado marzo del 2020, cuando el gobierno y la OMS daba el informe sobre el estado de alarma a causa del Covid19, se ha criticado la falta de preparación y respuesta del estado ante tal emergencia de salud; sobre todo, la falta de la capacidad hospitalaria, médica y todo lo relacionado a la salud. Pero, ya transcurrido casi un año son evidentes todas las omisiones en las que gobierno y sociedad hemos incurrido. Un gremio artístico que lo ha padecido en graves proporciones y sin duda el último al que las prioridades dirigen su mirada.

Como sabemos, en el mundo existen dos tipos de universo artístico que son: el medio comercial y el medio independiente. La realidad es que ambos han sufrido los estragos de la paralización total, pero no igual; el medio independiente ha sido el más afectado e invisible, en el que espacios culturales y artistas se han visto en la necesidad de incurrir en otras actividades para sobrevivir pues la realidad nos ha enseñado que este medio es difícil y las grandes compañías con un gremio bastante amplio tienen a su disposición medios de comunicación de difusión masiva que aminora un poco la situación para sus agremiados, pero… ¿y los artistas independientes? ¿existen o dejaron de existir en el confinamiento? ¿solamente son aficionados? La realidad así nos lo ha recalcado.

Espacios como el multiforo Alicia, semillero de grandes agrupaciones de diversos géneros musicales han estado a punto del cierre definitivo, está el ejemplo de Gato Calavera, lugar que ha ganado prestigio en la última década por su impulso a la música independiente y que tuvo que cerrar sus puertas a finales del 2020 por la insostenible situación económica. Así como estos foros, muchos se han visto en la necesidad de cambiar de giro y adaptarse a la realidad de la imposibilidad de sostener un lugar autogestivo y de resistencia que da oportunidad a los talentos sin respaldo de grandes disqueras y compañías que son plataformas básicas y necesarias para el sostenimiento de la cultura en México y en todo el mundo. Aquí la pregunta es ¿Cómo olvidamos este lado de la sociedad? ¿Cómo nos beneficiamos del arte, en todas sus expresiones en el confinamiento y aun así está tan abandonado y demeritado?

El destino perdido 

Un viernes de enero 2021, al regreso de mis actividades laborales en el transporte colectivo, me encuentro tarareando una melodía para aminorar el viaje cuando al abrir las puertas en una de las estaciones, dos individuos suben con guitarra y pandero en mano, camisetas negras y pinta de ser rockanroleros. Me llama mucho la atención que uno de ellos porta una playera con su propia fotografía, lo cual me resulta interesante, por lo que me dirijo a mi acompañante: -Mira es la camisa de su propia banda, se llaman: “Destino perdido”. Comienzan cantando a todo pulmón una canción llamada: “Casi siempre estoy pensando en ti”. De inmediato la reconozco y pienso en que ellos son los verdaderos autores, acto seguido el que porta la guitarra menciona a las ocupantes del vagón: — ¡Qué tal nosotros tenemos una banda, llamada Destino perdido, seguramente has escuchado alguno de mis temas ya que son muy conocidos, interpretare algunos y con lo que nos gustes apoyar a nosotros nos sería de mucha ayuda, muchas gracias!

Acto seguido comienzan a cantar algo que dice: — Se acabaron las mentiras…- De inmediato el rostro de las pasajeras cambia y varias reconocen la canción, se acercan y comienzan a buscar en sus bolsos algo de dinero.

Al bajar del transporte me llega un sentimiento de impotencia al preguntarme cómo es que un artista con temas tan populares, temas que hemos escuchado al final de una fiesta familiar, covers en los bares y paseando en cualquier tianguis podemos OIR un disco a lo lejos, ¿CÓMO es que se ve en la necesidad de cantar por algo mínimo, con cara de preocupación cuidando que la policía no los baje de la unidad e impida seguir cantando por unas pocas monedas?

Este encuentro ejemplifica claramente la situación de muchos artistas en México, sobre todo independientes, aquellos que no tienen el respaldo de grandes cadenas e industrias y sin embargo aportan a la cultura popular obras que pasan a ser parte de la vida cotidiana de miles de personas, en este caso en particular dirigí mi búsqueda en Spotify a sus canciones, la canción número uno que se titula: nuestro Adiós, tiene poco más de millón y medio de reproducciones con más de 57,000 oyentes. Aunque las cifras nos muestran lo contrario, estos artistas se ven en la necesidad de trabajar por muy poco, es una realidad en la que los creadores no reciben las retribuciones justas a la magnitud de sus creaciones y trayectoria. Así como destino perdido hay miles de compañías de teatro, actores, bailarines, gestores culturales, promotores y productoras que trabajan y aportan más de lo que reciben y merecen.

Somos un país que al asistir a un foro independiente o al ver una banda que no tiene mucha popularidad nos quejamos del precio del boleto o nos preguntamos por qué no regalan sus discos o mercancía y los venden. Si tan solo supiéramos los costos grabar un disco de manera independiente, el tiempo, dinero y esfuerzo que invierten al ensayar y montar una puesta en escena todo sería diferente. Pero no lo vemos o no queremos verlo. No cuestionamos los precios para ver una banda extranjera, lo pagamos sin esfuerzo mientras en nuestro país miles de artistas luchan por el sueño de ser vistos y escuchados, ya ni siquiera valorados, simplemente buscan expresar y plasmar lo que les apasiona para alcanzar el sueño, el tan lejano anhelo de un día vivir del arte, porque en este país si estudias arte   te vas a morir de hambre. ¿Cuándo tendremos una perspectiva más amplia de la necesidad que tenemos de las actividades artísticas en todas sus expresiones en nuestra vida cotidiana? Tal vez después de todo el reinicio social que nos trajo una enfermedad tendremos más conciencia de lo que hasta ahora ha sido invisible ante nosotros, de todo lo que disfrutamos ya sea salud o música y no valoramos no le damos la importancia que merece, sobre todo esas pequeñas acciones que hacen la diferencia en nuestras vidas.

Únicamente nos queda esperar esa justicia para todos los gremios cuyas acciones son plataformas sociales esenciales y que nuestro sistema social ha descuidado desproporcionalmente.

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