*Jorge Tadeo

En los últimos años la palabra colapso ha tomado mucha fuerza, tanto en los medios de comunicación como en la academia. La crisis climática y el fin de la era dorada del petróleo han puesto a debate lo que muchos hemos venido diciendo desde hace más de una década. Estamos ante un colapsos civilizatorio, de sistema que pondrá en jaque la vida tal como la conocemos, incluida la de los seres humanos, en la cual el cambio de un sistema de clases capitalista se ve que nos encaminamos hacia una sociedad neofeudal o tecno feudal como es el termino que ahora acuñan los que se hacen llamar “colapsologos” aunque antes nos decían despectivamente “colapsistas”.

Como todo lo que se convierte en “trending topic” por usar una frase tan de moda en estos días, hablar de colapso, de la crisis socio-ecológica es mediáticamente redituable, forma parte de las palabras que generan capital político, social y claro, financiero. Algo que puede servir para poner en la mesa “mainstream” la necesidad de un cambio de sistema y de modelo de producción-consumo hacia algo mucho más comunitario, comunalista, desde la cooperación colectiva y el apoyo mutuo. Es una paja mental, lo sé, más cuando el tecno feudalismo va tomando fuerza hacia la hegemonía como el nuevo sistema de clases.

Desde esta lógica es como el colectivo francés Les Parasites filmó la serie L’effondrement

-colapso en español- a fines del 2019 y que se transmitió a inicios del 2020 por la cadena AMC. Tal vez por la pandemia no tuvo el empuje mediático que merecía o tal vez el concepto del colapso no es tan mediático como a veces pensamos.

Con capítulos de una duración no mayor a los veinte minutos, filmada en primer plano, con muchos tiempos muertos, el colectivo creador va mostrando los primero días de un mundo colapsado, sin servicios básicos, un futuro distopico donde el colapso llega de distintas formas. Escasez de alimentos, de agua, de gasolina. Aplicación de gobiernos militares autoritarios y la lucha por sobrevivir en colectivo e individualmente.

Aunque para muchos la serie se presenta como premonitoria, visionaria, al final solo recupera lo que muchos hemos venido diciendo con mucha base científica de lo que nos espera en jun futuro no muy lejano. La crisis socio-ecológica que ha producido este modelo de producción-consumo es de tal magnitud que el colapso es inminente y para el cual este neo-feudalismo tecnológico se está preparando con el objetivo de sacar el mejor provecho.

Desde un árido pesimismo y con un escenario muy influenciado por el cine de zombies francés -sí, existe el cine de zombies en Francia- los protagonistas intentan mantener esa parte de humanidad o la que les parece a ellos que es rescatable, como en el capitulo de las revueltas en la gasolinera, donde se resguarda un grupo que intenta acaparar todo el combustible hasta el hombre rico que trata de salvar sus carísimas pinturas, dándoles más valor a ellas que a los seres humanos. Es un retrato decepcionante de la individualización, del egoísmo, de la estupidez actual. Algo que vivimos todos los días en cuanto comenzamos a interactuar con otras personas.

En el capítulo final, la serie nos dice que como todo en la naturaleza hasta el colapso es como mínimo circular, que siempre regresamos al mismo lugar donde comenzamos y que es donde tenemos que aprovechar para romper con ese ciclo, buscando nuevas formas de organización, terminar con el sistema de clases, con el modelo de producción-consumo que nos a demostrado que no es justo, ni equitativo y poner las cosas en una dirección contraria a la que se dirigen incluso en esta crisis.

Desde la rebelión contra Elisyum

Septiembre 2021

Ficha técnica tomado de FilmAfinity:

L’effondrement

Año: 2019

Duración: 160 min.

País: Francia

Dirección Jérémy Bernard, Guillaume Desjardins, Bastien Ughetto

Guion: Jérémy Bernard, Guillaume Desjardins, Bastien Ughetto

Música: Edouard Joguet

 

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