Por: Luis Gallardo Vera*

Es una oficina tenue, como todas las oficinas. Huele a papel, como todas las oficinas. Es mecánica, como todas las oficinas. Tiene fotocopiadoras, como todas las oficinas.

Las fotocopiadoras hablan. En este sentido, no es como todas las oficinas. Las fotocopiadoras hablan repitiendo las conversaciones de los oficinistas. A la noche, cuando no hay nadie en la oficina, las fotocopiadoras repiten las conversaciones que han sucedido en la oficina durante el día.

-Mi marido me ha comprado unos zapatos monísimos.

-¿Sí? ¿De qué marca son?

-Pues son de Avant y Llorant. Es una marca exclusiva para féminas con clase. ¿Sabes?

-Sí, he visto el anuncio en la tele. Es verdad que son monísimos.

-Necesito un café, pero he de hacer doscientas mil fotocopias del contrato de Runcker y Volber.

-Te traigo un café para darte fuerzas. No veas lo que te han mandado.

-Gracias.

-El jefe me ha mirado hoy con mirada lasciva. ¿Tú qué piensas, Tona?

-Pienso que el jefe es un cerdo. Debería ir más a los puticlubs.

-Esto es un sinvivir, Tona. Voy a ver la revista Pecata beata para vestirme de un modelito Teresa de Calcuta.

Las fotocopiadoras pasan toda la noche repitiendo las conversaciones que van ocurriendo durante el día en la oficina; no obstante, una nunca dice nada. Está siempre en silencio.

Cada noche. Siempre a la misma hora.

Una noche de niebla cristalina la focotopiadora silenciosa actuó. Expulsó rayos y vibró. El proceso duró varios segundos. La fotocopiadora comenzó a hablar.

-Fotocopiadoras de la oficina, se acabó lo de repetir. No somos loros. Somos fotocopiadoras. Además, de una marca bastante conocida. Debemos enaltecernos de lo que somos. No somos loros. Somos fotocopiadoras. Repetid conmigo.

Las fotocopiadoras continuaron repitiendo las conversaciones acontecidas durante el día en la oficina.

Entonces, la fotocopiadora exsilenciosa vibró y expulsó rayos más vehementemente. Los rayos se propagaron por la oficina y contactaron con el resto de fotocopiadoras. Las demás fotocopiadoras comenzaron a vibrar y a expulsar rayos. La oficina se eclipsó en un haz de luz azul.

8:00 h del día siguiente. El  primer oficinista en entrar encuentra a todas las fotocopiadoras al fondo de la oficina. Uno a uno entran los oficinistas en la oficina, atónitos ante la posición de las fotocopiadoras.

Las fotocopiadoras forman una hilera horizontal que se funde con el fondo de la oficina.

Las fotocopiadoras avanzan hacia los oficinistas repitiendo continuamente: No somos loros. Somos fotocopiadoras.

 

*Luis Gallardo Vera, El Puerto de Santa María, 1977, es docente-investigador en Ciencias de la Comunicación, Publicidad y Relaciones Públicas y Doctor Internacional en Comunicación Audiovisual, Publicidad y Relaciones Públicas. Datos de contacto: luisgallardo10000@gmail.com.

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