Este año comenzó con la triste noticia de la muerte del Tobi Libertario, conocido en México y el resto del universo por ser un punk bibliotecario, cosa contradictoria si cabe, al menos por la fama que tenían en la FORA argentina de usar las hojas de los libros de la biblioteca anarcosindicalista para limpiarse el culo.  ¿Fama, mitología, antipunkismo anarcosindicalista? Quién sabe, los autores de la historia yacen ya llevándose consigo hechos del Buenos Aires anarquista de los años ’80 del siglo pasado en la postdictadura rioplatense.

La memoria universal latinoamericana y caribeña del Tobi se hizo presente, valorada y criticada, entre círculos punks y anarquistas que rumiaron una memoria[1] que tenían que ir haciendo tan pronto se iban enterando de la noticia del deceso. Visitas, intercambios epistolares, intercambios bibliófilos, acciones políticas y desacciones también. La muerte del Tobi movió la memoria anarquista regional y al mismo tiempo, le puso un límite, muro, una definición: habrá un antes de la muerte del Tobi y un después de su muerte para nuestras redes anarquistas y anarcopunks latinoamericanas.  Veremos sí ese límite sobrevive, como la memoria del Tobi que hemos construido en este tiempo.

Las memorias colectivas pueden morir, como las personas que las encarnan, y si bien algunas memorias sobreviven a la muerte de quienes las portan y se transforman en historia, edificaciones, mitos o costumbres, la mayor parte de las memorias mueren y, en tiempos de plástico y virtualidad, morirán también las cosas que podrían recuperarlas por la arqueología del futuro.

El peso fundamental de la creación de la memoria individual reside en el conjunto tridimensional de las acciones, los hechos que hacemos, especialmente los hechos que hacemos colectivamente, con otras personas, porque la memoria es individual y social al mismo tiempo, y ese social quiere decir más bien “en equipo”, la memoria social primaria es de un grupo reducido de gente, de confianzas en juego, de pares y parejas incluso. La otra memoria social, colectiva es la de masas y es una memoria que responde a la necesidad de relacionarnos con las cosas que nos impone el Estado, el Patriarcado, el Orden y el Espectáculo. Tenemos pues una memoria individual que se apoya fuertemente en una memoria “de equipo”, “de grupo” la que, a su vez, permite priorizar y construir esa otra memoria social, colectiva, masiva que generalmente nos quiere imponer el cistema del cual somos parte y en el cual vivimos y nos criamos.

“Generalmente nos impone” porque la memoria del cistema tiene enfrente una resistencia, un dique rebelde, revolucionario, más o menos grande según la experiencia personal de cada portante de memoria, que es la memoria lúdica de su propia infancia. El momento que nos prepara y anticipa la revolución en la vida es el juego en la niñez, en especial el juego individual. Cierto que el juego, tanto individual como colectivo, sirven también para reprocesar, aceptar y administrar la opresión y el autoritarismo adultocéntrico de nuestra niñez, solo que no vemos tan fácilmente ese otra capacidad del juego en nuestras vidas que es dotarnos de una absoluta libertad para lograr y ser lo que queramos durante el juego.

El juego y las revoluciones (cortas, exitosas o truncas) tienen en común, una como anticipación y otra como realización el que, con toda seriedad: -somos dueñxs de nuestras vidas; podemos hacer lo que queramos o nos dicte nuestra imaginación; podemos imaginar y realizar porque todo es al mismo tiempo, imaginar y hacer; podemos partir de cero cuantas veces queramos; confiamos y sentimos que confían en nosotrxs; en el hacer pensamos que forma tendrá la realidad que estamos construyendo y que quitaremos de la realidad que vivimos; y todo esto lo hacemos alegremente en medio de una divertida y risueña concentración, porque  nos enfocamos.

En nuestra niñez, nuestro jugar nos prepara para la experiencia revolucionaria y puede ser, como para la mayoría de la gente hoy, la única vivencia revolucionaria que tiene a su alcance. Por esa misma razón es que el Poder intenta secuestrar esa memoria e instalar la memoria del Orden en nuestras vidas adultas, como lo dijimos a propósito de WandaVision[2]

Si lográsemos ganarle la disputa por la memoria al Poder, recuperando nuestra memoria de la felicidad y libertad del juego, podríamos reconocer más fácilmente las posibilidades revolucionarias que hay en nuestras vidas: las huelgas y tomas estudiantiles, las marchas y manifestaciones que no acaban, el hecho de okupar, el hecho de hacer una olla común en tiempos de hambre y de hacer una asamblea autogestionada en tiempos de hambre político, el hacer gestos y actos de solidaridad gratuita; en fin todas las posibilidades que tenemos de cambiar el destino predestinado por el Poder para cada unx de nosotrxs y para todxs en conjunto. Para que eso no suceda es que el Poder se empeña en llenar nuestra mente social “en equipo”, “grupal” del trabajo de traducir todo lo que el Cistema nos bombardea a diario desde la bidimensionalidad de la pantalla y desde la unilateralidad del mensaje.

La niñez se entrena para la revolución en el juego porque una de las posibilidades de cada persona es poder hacer la revolución, desarmar eso es tarea del Poder y por eso antes que nada nos hace ver propaganda permanente e instrucción en los colegios y escuelas para hacernos creer que el Poder es cool y necesario[3].

La memoria que construimos a las apuradas del Tobi deben destacar lo que tienen de juego y revolución, porque por ahora adolecen de ello. Su compartir a destajo materiales está en ese sentido solidario y de confianza que recuperamos de nuestra niñez y la memoria de ella. Por esa misma razón es que debemos afinar nuestra percepción negativa de los momentos revolucionarios, puesto que pasan volando a nuestro lado y no los identificamos, como en el Chile que se inició en 2019. Cuando niñxs sabíamos reconocer un buen juego al instante. Recuperando la memoria infantil del juego podremos reconocer un momento revolucionario en cuanto empiece a oler.

Pelao Carvallo, 17 de marzo de 2021

[1] https://www.youtube.com/watch?v=erU2oSGTspc&t=254s Homenaje al Tobi desde Sudamérica

[2] https://www.agendaoculta.com.mx/2021/02/16/wandavision-en-la-memoria-de-la-memoria-audiovisual-y-la-nostalgia-del-imperio/

[3] https://www.clacso.org/anarquismo-en-tiempos-de-punkdemia/

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