• Diego Armando (guitarrista de Afterboltxebike y bajista de Brigada Roja)

Las constantes crisis económicas, políticas y sociales causadas por los gobiernos en México (los gobiernos de facto y de jure) fueron aprovechadas de gran manera por el equipo de AMLO en su tercera candidatura presidencial. Lo que no habían logrado en los primeros dos intentos ahora rindió frutos en el 2018. Los partidos tradicionales; el PRI, el PAN y el PRD, a nivel nacional, han dejado de convencer a gran parte de los votantes que decidieron marcar en la boleta el nombre de AMLO. Los grandes empresarios (incluyendo a los dueños de los medios de comunicación masiva) tampoco han ayudado a sus empleados a pasar de manera menos dolorosa las distintas crisis económicas sino que las han aprovechado para seguirse enriqueciendo. Los medios de comunicación masiva lejos de cumplir con su papel social de informar se replegaron al lado de los poderes políticos y económicos sin aceptar que el internet y las redes sociales han cambiado la manera de transmitir la información (para bien o para mal).

 

Los principales poderes políticos y económicos, que eran referentes para una gran parte de la población (por los motivos que sean), entraron en una crisis “de autoridad” frente a sus subordinados (el pueblo trabajador pero también una parte de la pequeña burguesía) quienes encontraron en el discurso de la “honestidad” de AMLO la respuesta para así llenar ese vacío político, ideológico y cultural. El nuevo presidente se alza como “la nueva autoridad” que se diferencia (por lo menos en el discurso) de los “viejos partidos y sus formas” con la promesa de crear una nueva moral, o para entenderlo de otra manera, un nuevo pacto entre los gobernados y los gobernantes, dicha autoridad la respalda con los 30 millones de votos que ganó en las últimas elecciones presidenciales que en el sistema electoral mexicano significa una forma de consenso aunque en realidad no lo sea (por ser una democracia más simbólica que participativa). El consenso lo logró “arriba”, con las alianzas con otros partidos y personajes políticos que, si fueran menos pragmáticos, resultarían antagónicos, pero como en nuestro país los partidos políticos y los políticos no les interesan aclarar sus ideologías, se mezclan en extrañas alianzas para ganar votos y las respectivas prerrogativas.

La ruptura entre la antigua clase dirigente con su subordinados se concretó como hecho en las elecciones presidenciales del 2018, sin embargo esto no quiere decir que la antigua clase dirigente vaya a desaparecer sino que se dio una disgregación de algunos de sus elementos y su recomposición (posiblemente de manera parcial) en Morena. Esto no quiere decir que Morena sea en realidad una opción nueva sino que sirve como una “válvula de escape” en donde los subordinados puedan confiar pero el sistema capitalista no corre el riesgo de ser derrocado.

Aquí debemos detenernos para comprender, desde un punto de vista marxista, que no va a existir un cambio de régimen de lo viejo y caduco por uno nuevo sino que, posiblemente será, una continuación de dicha crisis. En palabras del teórico comunista italiano Antonio Gramsci: “La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados” *. Lo nuevo, que para nosotros es el socialismo, no “ha podido nacer”, o, a manera de autocrítica, las organizaciones que nos decimos comunistas (contando a las del pasado), no hemos logrado encontrar una unión orgánica con el pueblo trabajador que se transforme en una revolución comunista.

La llegada de AMLO a la presidencia no significa el fin de la crisis, como en su momento no lo fueron las administraciones de Fox ni de Calderón que, como algunos suponían, llevarían a nuestro país por mejores caminos, sino que las administraciones panistas agudizaron las crisis. La crisis en sí es el actual sistema capitalista mexicano. Podríamos decir que uno de los “fenómenos morbosos” fue el regreso del PRI a la presidencia con Enrique Peña Nieto. Las crisis no son solo un problema de partidos políticos o de problemas económicos y sociales sino, repito, del sistema capitalista.

Otro aspecto importante sigue siendo que el equipo de AMLO aprovechó la acumulación de experiencias y luchas que en el pasado habían hecho los comunistas mexicanos como lo fueron las luchas para democratizar nuestro país que se vieron reflejadas en tibias reformas electorales. También aprovecharon la experiencia y prestigio de excomunistas que fueron integrados en su proyecto, ya sea como movimiento o como partido, dando así cierto respaldo moral para dar la apariencia de que Morena es un proyecto incluyente y de izquierda aunque en su dirigencia (y hasta en sus candidaturas a puestos públicos) este copada por ex militantes de los viejos partidos tradicionales que, como mencioné arriba, se disgregaron para sobrevivir políticamente.

Mientras el sistema capitalista siga vivo e intacto seguiremos viendo este tipo de crisis orgánicas y recomposiciones sociales en las cuales la clase trabajadora siempre saldrá perdiendo.

Addendum: En una entrevista con Carlos Alazraki el ex diputado del PRI y ahora senador del Congreso de la Unión por Morena, Ricardo Monreal, declaró “… a pesar de los grados de inseguridad, fíjate bien lo que digo, en regiones, que yo coincido contigo, Tamaulipas, Michoacán, Zacatecas, incluyendo mi tierra… pero tenemos paz social… el resto de América Latina que está en una profunda crisis que no la vemos en México, menos confrontación, menos asesinatos por cuestiones sociales (sic)”.

Alazraki le había cuestionado sobre los altos niveles de violencia en el país, sin embargo la preocupación de Monreal era aclarar que lo importante es la supuesta paz social comparando la situación de México con las de otros países en donde se han dado grandes levantamientos contra los gobiernos como sucedieron en Chile y Colombia.

Dentro de la grave violencia que genera el crimen organizado, los feminicidios, la falta de empleos bien pagados y la crisis del Covid, al senador de Morena le preocupa que el pueblo mexicano no salga a protestar en contra del gobierno de su patrón AMLO. Esa es la verdadera función de la mal llamada Cuarta Transformación, limpiarle la cara al Estado burgués, que el pueblo, de nuevo, vuelva a confiar en las Instituciones del gobierno, que los capitalistas tengan la seguridad de que los pobres seguirán soñando en que el gobierno les dará una beca o una ayuda económica mientras que los empresarios sigan pagando salarios de hambre.

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