Crónicas Autónomas de la suburbanidad: Encore
*Arnoldo Vidal
El coreano se estrelló un cuchillo en el pecho que al fin tocó el corazón y se desplomó bajo la valla de metal de la cual estaba montado. Cayó a nuestros pies, entre manifestantes y policía. El asombro y la incertidumbre se notaron en el paisaje horriblemente cálido de Cancun, esa ciudad paradisíaca para l@s ric@s e insalubre para l@s mayas pobres, si es que estas últimas palabras no son tautología. Solo se escuchaban gritos y lamentos incomprensibles para nosotr@s, de parte del asiático contingente. Llegó la ambulancia para llevarse el cuerpo moribundo y después ese silencio predecesor del caos. Nadie entendió exactamente lo que sucedió, salvo los rudos coreanos de tradición de confrontación violenta y autosacrificio. El chiste es que encendió la mecha del segundo día de manifestaciones contra la Organización Mundial de Comercio (OMC). La gente se abalanzó contra las vallas metálicas de tres metros de altura, formadas en tres hileras y encadenadas una con otra. Detrás de ellas, hordas de policía federal preventiva, soldados hechos policía, y tanques antimotines.
La rabia se encendió llevando a iracund@s manifestantes a jalar a mano pelada o golpear con palos esos obstáculos metálicos que no dejaban pasar hacia la convención de los ricos. Regresé a mi contingente para preguntar qué haríamos. Había rumores de provocación y el Bloque Negro era seguido con lupa por periodistas, pacifistas y reformistas que generalmente nos tachaban de ser los provocadores.
El acuerdo tomado entre los participantes de la Caravana Giuliani era que, a menos que los campesinos convocantes nos lo pidieran, no nos confrontaríamos con la policía. Así que el contingente encapuchado se quedó inmovilizado y discutiendo la conveniencia de actuar.
Un joven alto y rubio se acercó y nos suplicó que los acompañáramos (no sabíamos a quién) a derribar las vallas. Se le contestó que sólo si lo pedían los campesinos iríamos. Y se fue.
Regresó pocos minutos después con un hombre con sombrero de campesino que nos pidió lo mismo. No sabíamos si era real o solo alguien disfrazado, pero nos sirvió de pretexto para hacer lo que ansiabamos varios. Así que se acallaron las voces, alguien levantó los brazos en señal de avance y corrimos los 20 metros que nos separaban de las vallas. Por supuesto montón de gente las jalaba ya cuando llegamos, pero estas apenas se movían. La policía permanecía expectante detrás de ellas.
La gente gritaba por pinzas para romper las cadenas pero ni una aparecía. Después de un tiempo incalculable algunas vallas de la primera linea cayeron. Algunos nos aventuramos a escalarlas pero el movimiento y la policía del otro lado que corrían a esperarnos en ese punto nos hacían retroceder.
Al fin alguien grito que un boquete se había abierto y tod@s corrimos hacia allá. Las piedras llovían de un lado a otro. Una banda de viento y tambores sonaba muy cerca alentando la batalla. Era la batucada de Seattle, “veteranos” de las manifestaciones de 1999, aunque sólo habían pasado cuatro años de aquellas jornadas épicas.
En el caos de la batalla me topé con la compañera que había conocido en el autobús de venida y que me había impactado con esos ojos negros de esmaltadas pupilas y entornos azules del maquillaje. No pudimos contenernos e hincados, con las piedras arriba de nuestras cabezas, nos besamos, e inmediatamente nos separamos para continuar cada uno por su lado en la campal.
Las líneas policiales fueron imposibles de romper así que cansados nos retiramos. Sin embargo, la tensión estaba presente. El alcalde de Cancún declaró que reprimiría a los “violentos”. Por la noche la asamblea de la Caravana, instalada en un parque en el centro del pueblo del Cancún no turístico se debatía intensamente y al final se dividió.
La Caravana Carló Giuliani se formó meses antes de las protestas convocadas por la plataforma Vía Campesina hacia la reunión de la OMC. La Caravana tomó el nombre del joven anarquista que fue asesinado por la policía que reprimió brutalmente en las manifestaciones y contracumbre del G8 de Génova, Italia en 2001.
Los movimientos de protesta multitudinarias ante reuniones de instancias capitalistas como el G8, el FMI, la OMC o el Banco Mundial, se dieron por todo el mundo a partir de las movilizaciones en Seattle en 1999, donde se descarriló la reunión del ” milenio” de la OMC por las fuertes batallas entre manifestantes y policía.
Pero no solo se protestaba y combatía con la policía, también se hacían reuniones de intercambio, conocimiento de otras luchas y fraternidad entre individuos y organizaciones, al principio sin la participación de partidos políticos, aunque poco a poco fueron interviniendo más, hasta acabar copando estas convocatorias y extinguiendo el movimiento.
En México había dos experiencias pasadas, una en Cancún mismo, de menor asistencia y de represión desmedida, y otra en la ciudad de Monterrey.
Para esta ocasión, nuevamente en Cancún, los grupos empezaron a organizarse desde meses antes, desde el Foro Social Mundial, encuentro de organizaciones y ONG’s de tinte corporativo y criticas muy suaves con respecto al capitalismo, hasta los colectivos de la izquierda radical, incluso una delegación del EZLN llegarían al punto cero.
La Caravana Giuliani, formada por colectivos libertarios, en donde destacaba Hector “Tobi” y otr@s compañer@s de la movida punk, decidió juntarse con las demás caravanas de camiones que se dirigían a Cancún para evitar ser detenidos en el camino. Y esto fue bueno porque en cada ciudad donde paraba la Caravana fue incorporando jóvenes que se reconocían en la idea. Puebla, Jalapa, Catemaco, Campeche, Mérida, veinticuatro horas de viaje entre guitarras, platicas, debates. En la salida de la ciudad de Mérida, jóvenes de negro asaltaban tiendas para proveerse de alimentos.
Cuando llegamos, el Foro de los Pueblos, instancia similar al Foro Social Mundial, terminaba sus sesiones, para permitir asistir a las protestas, según se dijo.
Se decidió por parte de la Caravana acampar en el parque de Las Palapas. Un edificio cerca de este parque sirvió de Centro de Medios Libres, donde se alojó mucha banda de medios independientes, críticos y radicales. Ahí llegamos un grupo de medios urbanos en una coalición de plataformas informativos que incluían a radios libres como la Ké Huelga Radio, sitios web como Indy Media México o periódicos libertarios como el Autonomía, que después de esto formarían en la ciudad de México su CML en la colonia Roma.
El primer día pasó sin incidentes: una marcha rumbo al punto cero, donde estaban las vallas policiales, que pareció un desfile de presentación, en el que cada contingente se mostraba mientras l@s demás aplaudían.
El segundo día Lee Kyung Hae se inmoló en las vallas y así las protestas se tornaron mas interesantes. Por la noche, en el campamento de la Giuliani se reclamaba por la decisión tomada sin comprobar el origen del supuesto campesino y ante la presión y el miedo, algunos punks decidieron irse a la playa al día siguiente. Otros decidimos quedarnos.
Pero las acciones del tercer día fueron las más creativas. Empezando por un grupo de argentin@s que escaló en la madrugada una enorme grúa de construcción para un edificio a medio construir, exactamente enfrente del centro de convenciones de la OMC.
Un compañero de Indy Media Nueva York se acercó a nosotr@s, siendo los únicos mexicanos del Centro de Medios Libres, para hacer una conferencia de prensa en la calle frente a la toma de la grúa. L@s argentin@s habían colocado una manta gigante con el lema “Que se vayan todos”, emulando las luchas autónomas de la Argentina del 2001, contra los políticos, pero ahora se proclamaba contra las organizaciones mundiales que manejan el planeta y que provocan la pobreza mundial. La rueda de prensa fue caótica, pues no conocíamos al grupo colgado en la grúa y tampoco entendíamos qué decían el traductor italiano e inglés, así que planteamos nuestros puntos que traíamos contra la cumbre, seguramente tod@s pensábamos lo mismo…o eso esperábamos.
Por la tarde, grupos universitarios se introdujeron a la zona turística burlando a la policía y que al igual que nosotr@s, tuvieron que ir por la otra entrada a varios kilómetros de la acampada, Cancún turístico solo tiene dos entradas por tierra. Una, la más cercana, la avenida Kukulkan, estaba bloqueada por antimotines. La otra varios kilómetros hacia Tulum.
Los universitarios se tendieron sobre las calles de Cancún para no dejar pasar coches. La policía llegaba y a moverse. En la playa grupos nudistas con pancartas marchaban ante turistas atónitos y oeneges llegaban con barcos y disfraces a las costas.
Por la noche grupos de jóvenes rompían escaparates de multinacionales en la zona no turística. En el punto cero, los coreanos realizaban un homenaje a su compañero caído con velas y oraciones.
Las acciones se continuaron al día siguiente pero ahora se veía la necesidad de hacer algo colectivo ante la imposibilidad de poder llegar en multitud hasta el centro de convenciones de la OMC. Los coreanos plantearon una reunión a puerta cerrada con las organizaciones mejor preparadas y confiables, dispuestas a todo. La Caravana Giuliani fue convocada para sorpresa de much@s. Ni ONG’s, ni los grupos rojos (sectas marxistas que se agruparon en un solo contingente), ni prensa fueron convocados. La planeación de la última movilización se llevó a cabo en un salón grande del CML.
Día 13 de septiembre por la mañana, el ambiente era tenso y los contingentes se alistaban. En la valla del punto cero tambores sonaban con un compás lento, fuerte, aun no llegaban los contingentes, pero ya había gente con el tambor al cuello y cintura. El nerviosismo en la policía era evidente: sus ojos alarmados, el sudor escurriendo de sus azules cascos, la espera era eterna y seguro la incertidumbre en sus cabezas.
Los contingentes salieron de las zonas de acampada después del mediodía. Los coreanos encabezaban la larga fila con imágenes de Lee al frente, seguido de contingentes de la Vía Campesina, maestros, electricistas y otros. Los grupos sindicalistas decidieron mantenerse lejos, en su cobardía, su tibieza corporativa.
El Bloque Negro, es decir, la Caravana, iba rodeando a los coreanos como cuerpo de seguridad y frente de ataque contra la policía. En ninguna contra cumbre se daría esta colaboración solidaria y planeada.
La batucada de Seattle lucía uniformes negros y banderas moradas, mujeres y hombres que se distinguían por su multiracismo en la piel, tocando sonidos lentos en la marcha hacia el encuentro acordado, atrás de jóvenes punks encapuchados.
El frente de la marcha llegó al punto cero e inmediatamente empezó la acción: los coreanos empezaron a sacar de carros de mandado, robadas a una tienda walmart después de ser saqueada un dia antes, largas telas enrolladas, que habían tejido en la noche. El trabajo fue duro y tardado, las telas se amarraron a las vallas reforzadas por la policía y a grito coreano cientos de personas comenzaron a jalar. La batucada aceleró el ritmo a sus tambores. Gritos y bufidos. La gente se cansaba pero ya había refuerzos para jalar. Las vallas poco a poco fueron cediendo ante el empuje colectivo hasta que la última cayó. Frente a frente quedaron los contingentes con los encasquillados represores. Estos retrocedieron.Se esperaba todo. Sin embargo el contingente coreano se sentó… Y tod@s l@s demás también lo hicieron.
Los tambores callaron, los gritos también. Un orador coreano con su respectivo traductor anunció que la reunión de la OMC había colapsado al no llegar a acuerdos en la cumbre. No fueron las manifestaciones, ni la muerte de Lee, pero era la metáfora de un momento estremecedor. La gente aulló, se sintió triunfante aplaudió. Sin presos ni heridos, con un gran trabajo colectivo y autónomo. Y la policía atónita ante lo que veían.
Los contingentes empezaron a retirarse y la policía se veía aliviada cuando un contingente autónomo de la Furia de las Calles regaló tremendos pasteles de mierda, acumulada de varios días, que rociaron con botes a los gendarmes.
La Caravana se fue a comer de la comida gratuita que el colectivo fundador de Food Not Bombs preparó cerca del campamento. Ellos recibirían muchas críticas al regreso a la ciudad por no cubrir las expectativas de un “bloque negro”. Tobi fue tachado en las redes de tibio reformista. Sin embargo y a pesar de nuestros desencuentros y diferencias, lo que pasó en Cancún fue un ejemplo de trabajo colectivo para lograr un objetivo y eso había que defender.
Después de la comida se decidió ir a la playa de Isla Mujeres satisfech@s y cansad@s antes de abordar el autobús que nos regresaría muy temprano del día siguiente.
Una playa hermosa en la madrugada. Los punks y activistas corrieron para aprovechar una visita que nunca se lograría en otras circunstancias para jóvenes pobres de la ciudad. Corrieron como niños a la transparente agua. Yo lo hice también.
Mis pies tocaron el agua fría mientras veía el espectáculo nocturno de alegría y belleza, mas no pude contener días de no dormir, regresé unos pasos en la fina arena y me desplome. También colapsé.
En memoria de Hector Tobi y toda una generación autónoma