El soundtrack de este mes, viene acompañado de un poema de Alberto Sánchez Gálvez.
Pasen a leer:
Propenso al desahogo sin remordimiento
de este veneno efusivo sin introspección,
victimario de esta exponencial anomia sin arrepentimiento,
que a la pendiente dejó resbalar el péndulo,
incitando una insípida sensación;
un escurridizo grito profano
para ensalzar un acto íntimo y contrito,
que se atragantó este deseo
de aniquilar vorazmente el estado anímico.
Aborigen que de la rebelión
ha de despojarme como tirano,
un quebranto en el rito de suspiro dormido,
en intentos de un segundero finito eterno…
Intento entrometido:
¡Arráncame el espíritu…
que ya estoy muerto!
frígido me vierto
cerrado tras puertas de yerro.
Me muestro ridículo
ante este tormento psíquico,
que de la ida a la huida,
la vuelta perpetró en un viaje redondo;
un compás de andamiaje invertido.
Sólo necesito estar cuerdo
para saber que la soga tiene sentido,
para reprender sin causar perjuicio a terceros;
un fluido de escupitajos disolutos
me devuelven la esperanza homicida,
pecadora, de terrenos pantanosos;
liberar el resultado egoísta de este factor miedo.
Escalón asesino vertiginoso y devoto
¡hazte presente trastorno!
¡pronto, con tu tensión encima!
que mi cabellera esta lista a la atadura
y mi carne está servida.
Así drásticamente de un pedazo se corta la existencia,
un energúmeno pidiendo monumento por desequilibrio,
hervor crónico, de respiro violento;
desnudo asistido por mis nudillos,
que aprietan el cobarde movimiento gallardo,
¡de este infierno acariciando el paraíso!
de este fantasma partidario, que armó un revuelo,
una bronca de conato entre mis pensamientos monstruosos,
y al desarmar el antojo, escabrosamente,
al filo emprendió el SUICIDIO.